En los últimos años, éste es el verbo que más conjugo. Casi tanto como reir y disfrutar del momento que paso. Y es tan amplia la lista de las cosas por aprender, que creo que me gastaré toda la vida en esto.
Acá, aleatoriamente, el listado: Aprender a mudar, a hacer dormir, a respetar tus horas sueño, cual y que pañal, hacer tu cuna, a ser delicado, a hacerte rier, reconocer un llando de otro, ufff que son hartas cosas y me faltan muchas - reconozco que una de las más difíciles fue bañarte.
A no quebrarme con gente que apenas conozco, abrirme con los que me quieren, contar historias, a ser ecuánime. A contar hasta diez antes de insultar, a contar hasta diez antes de empezar a ofuscarme, a contar hasta diez para encontrar la calma.
A no tener más miedo, a no querer dormir con la luz encendida. A aceptar que no hay equivocación, a aceptar que no volveré a ver, a aceptar que no abrazaré más a mi papá. A no tener miedo a duendes, fantasmas y extraterrestres.
A entender que equivocarse es inevitable y no angustiarme por intentar que todo me salga perfecto. A percatarme de las necesidades de quienes están a mi lado. A no gritar como loco. A no angustiarme si alguna de mis hermanas se equivoca.
En general, a no tener tanto susto. A nadar. A reirme a destajo. A llorar a mares. A enamorarme. A arriesgarme. A ser más asertivo. A cruzar el río. A mandar a la chucha si debo hacerlo. A no dejarme marear por el efecto de la escalera. A gritar hasta que la ira, el enojo o las ganas se pasen. A tirarme en benji.
Pero sin durda, lo que más he aprendido y nadie en ninguna parte se te enseña - como el listado de las lineas anteriores- es a ser papá.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario